Mario está que echa pestes. Los jueces controlados por Alberto, Leonor, Julián e incluso su compañera Estela no dejan de investigarle, a él o a su compañera. Ya les han destapado varios escándalos en lo que va de legislatura. Un montaje, incluso, por parte de Alberto, que intentó incriminar en falso a uno de sus barones y a punto estuvo de llevárselo por delante. O esa otra ocasión en que pillaron a uno de sus barones con un Tráfico de influencias… si no llega a ser por el La escucha fue ilegal que guardaba como oro en paño, su barón habría mordido el polvo junto con toda la financiación. Menos mal, piensa, que en su lugar quien mordió el polvo fue el juez instructor del caso.
Y es que éramos pocos y parió la abuela. Con cara de fastidio, Mario mira ahora la ficha de juez que descansa sobre la carta que ha jugado con su carta de Líder. Quién iba a imaginarse que le pondrían el juez a él mismo, si siempre ha procurado delegar las cartas ilegales a sus barones, por si acaso…
En fin, que le han pillado. Y, si le condenan, perderá la presidencia y el ansiado punto de victoria.
Menos mal, se dice Mario, que aún no ha usado la habilidad especial de una carta que obra en su poder y que los demás sentirán como una tremenda injusticia. Con una sonrisa aún más triunfal que la de sus oponentes al descubrirse el pastel, Mario señala a su Fiscal general del Estado y dice:
—El fiscal general del Estado bloquea la investigación. El juicio es nulo. Lo siento, señorías, otra vez será.
(Y con esto, señorías, llegamos al final de Nada que ver con la realidad, sección que ha acompañado a la campaña de crowdfunding de D€mocracia. Esperamos que os haya gustado, y os agradecemos mucho vuestro apoyo, sin el cual no lo habríamos conseguido. ¡Dentro de poco podrás saber quién gana la partida en el salón de tu casa!)